Julissa Ittusaca
Mujer, hija, hermana y amiga. Desde niña muy curiosa y exploradora de la naturaleza, asombrada de la maravilla del ser humano, su cuerpo, su comportamiento individual y colectivo.
Me gradué de Licenciada en Psicología en el año 2005, iniciando así mi búsqueda por el entendimiento del ser humano y su forma de relacionarse. Me considero una gran investigadora, pues a pesar de mis estudios no lograba comprender el origen del dolor humano cuyas consecuencias se reflejaban en todas las personas con las que compartía, incluyendo los míos. Es en esta búsqueda en la que me encuentro con el coaching,
certificándome como coach profesional en el año 2012, proceso del que salí con una mirada diferente de la vida, del ser humano y muy entusiasmada con conocer más acerca del mundo emocional de las personas.
Profundicé y llegué a las raíces biológicas del ser humano, cuando cursé el magister de Biología-cultural con el Doctor Humberto Maturana y la epistemóloga Ximena Dávila, en el año 2013 en Santiago de Chile. Además hice tres cursos intensivos del método Albaemoting, el cual es un método con base científica de inducción, modelación y vivencia de las emociones, desde patrones posturales y respiratorios, es decir desde loo físico, creado por la Psicofisiologa chilena Susana Bloch.
Estos espacios llenaron mi ser de entusiasmo, curiosidad y me han mostrado que las respuestas están en uno mismo, solo hay que atreverse a verlas, a reflexionarlas y a transformarlas en acción. Es a partir de las experiencias de conexión emocional de estos encuentros, cuando siento y conecto con mis energías femeninas, las que desconocía o negaba por alguna razón, pero a partir de ese momento encantada de re-conectar.
Hice conciencia de mi des-conexión con lo femenino un día cuando sufría de dolores intensos de ovarios hasta que llorando del dolor que no me pasaba ni con pastillas, coloqué mis manos sobre mi vientre y le pedí perdón a mi útero, fue mágico e instantáneo, el dolor automáticamente desapareció. Es entonces cuando me di cuenta que había mucho camino por recorrer para perdonarme, sanar y re-conectar con mi energía femenina.
Acostumbrada a relacionarme con hombres, mis mejores amigos durante muchos años, a partir de esa fecha elegí compartir más con mujeres, recuperar y convivir con aquellas amigas que de alguna manera estaban en mi vida; permitirme conocer nuevas amigas y compartir con ellas momentos, actividades, conversaciones, que en otro momento de mi vivir seguramente jamás hubiera elegido ¡Tremendo regalo que me hice!
Conocí y reconocí tremendas mujeres, madres, amigas, hermanas. Me enseñan todo el tiempo a conectar con la ternura, con lo maternal, con la sensualidad, con la expresión en libertad de la tristeza o el miedo; espacios que de alguna manera me negaba a vivir por un gran juicio “mostrar lo que siento me hace débil y yo no puedo verme débil jamás”. Definitivamente considero que estaba equivocada pues la vulnerabilidad no tiene nada que ver con la debilidad, al contrario, tiene que ver con el coraje, la valentía, la fortaleza y conexión.
En mi caminar rodeada ahora de tantas mujeres maravillosas, a las que ya no puedo ni quiero dejar, me compartieron sus dolores y sufrimientos, dolores que tenían que ver con la cultura patriarcal en al que vivimos y en la negación de lo femenino... ¡cómo no entenderlo!... Si yo había sido víctima de ello también, solo que tuve la oportunidad de aprender y de sanar, (no todo, aún sigo caminando y considero que es un eterno caminar).
En nuestras conversaciones les mostraba, les explicaba lo que yo entendía, les hacía sentido, muchas me buscaban para contarme, buscando que las escuche, me pedían que les muestre lo que yo veía, que les explique lo que yo sabía, o cómo entendía su situación, que les haga algunos ejercicios, etc. Resultaban en conversaciones potentes, y es como a pedido de ellas, y una experiencia nada grata para mi que viví, es la que me impulsa y me motiva a compartir mi experiencia y mi entendimiento de lo humano y de lo femenino y ponerlo al servicio de las mujeres. Es así como surge Mujer de la luna, un espacio para compartir, aprender, conectar y sanar. Para recuperar nuestro espacio sagrado femenino en todos nuestros espacios de convivencia.
En nuestras conversaciones les mostraba, les explicaba lo que yo entendía, les hacía sentido, muchas me buscaban para contarme, buscando que las escuche, me pedían que les muestre lo que yo veía, que les explique lo que yo sabía, o cómo entendía su situación, que les haga algunos ejercicios, etc. Resultaban en conversaciones potentes, y es como a pedido de ellas, y una experiencia nada grata para mi que viví, es la que me impulsa y me motiva a compartir mi experiencia y mi entendimiento de lo humano y de lo femenino y ponerlo al servicio de las mujeres. Es así como surge Mujer de la luna, un espacio para compartir, aprender, conectar y sanar. Para recuperar nuestro espacio sagrado femenino en todos nuestros espacios de convivencia.
Vanessa Ittusaca
“ La única libertad que conozco es aquella que ocurre cuando me doy el permiso para sentir,
entonces soy libre de mi, entonces me ofrezco a la vida, a esto le llamo presencia”
¿Quien soy?
Soy pura vida.
Vida y Movimiento son la clave. Cuando somos capaces de acompañar nuestro
movimiento, de bailarlo, de expandirlo, respetarlo, amarlo, acogerlo y seguir su fuego, es
cuando permitimos ese libre fluir, que como un cauce sigue una corriente natural. Desde
ahí se enriquece la vida y somos más plenos.
¿Que estudié?
Estudié comunicación audiovisual y relaciones laborales. Después, me dediqué a explorar
la expresión de la vida a través del cuerpo, teatro, danza, artes marciales, coaching
ontológico, coaching femenino, Alba Emoting y la Comunicación no Violenta.
¿Qué hago hoy?
Entregarme a la vida. Nada me ha enseñado más que la libertad de poder entregarme a la
vida.
¿Cómo?
Recordando quien soy, quienes somos. Acompañándonos en ese camino constante, con
el corazón por delante, con coraje, porque todo está en el corazón. Mi invitación es a
recordar, reconocer , sentir y agradecer la chispa, la llama de fuego divina encendida que
recorre todo tu ser y que es pura vida.
El olvido de quienes somos nos produce miedo. El miedo nos cierra y nos aleja de sentir.
El miedo apaga nuestra chispa de vida y reduce nuestro potencial. Para entonces ya
hemos enfermado. El secreto está en abrirnos a sentir y conectar de forma autentica con
la vida.
Me siento afortunada de recorrer la vida con maravillosas mujeres, que me han mostrado
sus tiernos, ardientes e inspiradores corazones desde la mas autentica simplicidad.
Camino que siempre se extiende hasta los hombres, siendo partes de un todo.
Experiencias del día a día… ¿cuáles no lo son? Solo el presente va configurando el lugar
a donde voy, él sabe… Así nace este espacio, por las puras ganas de dar y compartir
vida.
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